Sólo me quedé con tu espíritu.
Solo, me quedé con esa luz ahogada,
inmersa en la madrugada.
Ese faro ardiendo en medio del puente,
flotando en el tejido vivo de la nada.
Real como las máximas de mis maestros,
igual de tristes, enfurecidas y siniestras.
Igual de delirantes, esquizoides y vivas.
Siempre nobles y siempre agresivas.
Me quedé jugando con tus páginas,
con el origen de tus ideas,
con toda tu realidad...
Todo de ti es mío,
excepto tu presencia.
Y eso lo mantendrá siempre lisiado.
El escenario está lisiado.
lunes, 17 de noviembre de 2014
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